La actividad dentro de una empresa refleja buena parte de nuestra vida en el resto de la sociedad. Toda entidad y los miembros que la componen han de afrontar cada día nuevos cambios que desequilibran, al menos por un tiempo breve, los cimientos de la empresa. Para que esto no ocurra, el director de la misma juega un papel fundamental en su desarrollo, pues de sus decisiones y actuaciones va a depender en buena medida la resistencia de la compañía frente a las amenazas de la competencia y las modificaciones que se operan a diario en el mercado. 
Por todo ello, la persona encargada de la dirección empresarial debe ser alguien con la capacidad necesaria como para identificar a la gente que puede trabajar y desempeñar su trabajo adecuadamente dentro de la empresa. Es decir, alguien que sea capaz de ver el valor que reside en una persona y cuyas habilidades sean beneficiosas para el desarrollo de la empresa, pues de no ser así, no funcionará como es debido. Si una pieza del engranaje no funciona adecuadamente, el resto de la maquinaria no dará sus frutos. También debe adecuar el puesto que le corresponde a cada profesional, pues no todas las áreas de la empresa son iguales. Debe ajustar sus conocimientos a la tarea específica que puede llevar a cabo. Igualmente debe ser una persona con la mente clara y con la capacidad para tomar las decisiones adecuadas en el momento adecuado, pues de ellas va a depender el futuro de la empresa. Además, debe ser alguien con autoridad y firmeza, que no se deje amedrentar ante los obstáculos. 
La dirección de una empresa es una función altamente valorada en la actualidad, pero no es nada fácil llevarla a cabo, pues en ella reside una gran responsabilidad. Fuente Imágenes ThinkStock.
